Diablos danzantes de Sabaneta se rinden ante el Santísimo Sacramento
Uno a uno fueron llegando a casa de María Piñero, para su
encierro. Después, procedieron a vestirse, unos con trajes nuevos, otros con
los del año pasado.
Y así con
sus trajes de diferentes colores,
pantalones a media pierna y bombaches, medias de colores, camisa ancha
de vistosos colores, una amplia capa, y la inconfundible mascara recorrieron la
corta distancia de la casa de María hasta la iglesia dedicada al arcángel Rafael,
en Independencia.
Allí, no entraron,
oyeron la misa del Santísimo Sacramento,
afuera, acostados sobre el piso y bajo el candente sol de la mañana de este domingo 7, que anuncia que
pronto llega el solsticio de verano.
Al cierre de
la misa, el párroco Arturo Rojas, desde el altar recorrió el corto espacio hasta la puerta
principal y custodia en mano la presentó ante los diablos, a quienes no les
quedo nada que hacer, sino rendirse.
Estos
diablos, llegaron a Independencia, hace unos cuantos años. Primero
representados por el Grupo Escénico Danzas Yaracuy, después se convirtieron en
una cofradía. Las cofradías, fueron una forma de organización religiosa de la
Venezuela colonial y en una de ellas se agruparon los diablos de otras
localidades. Dentro de
la Iglesia, una cofradía es una asociación de fieles o bautizados, unidos para
hacer el bien y ayudarse en su vida cristiana y social.
Fue así como
los diablos, ya separados del GEDY comienzan andar solos para salir en la festividad del Corpus, celebrada en Europa desde tiempos
inmemoriales, específicamente data del año 1246, cuando el Obispo Roberto de
Lieja (Países Bajos), escogió el día jueves, después de la octava del Pentecostés
como la fiesta del Corpus.
Más tarde,
bajo el papado de Urbano IV (Santiago Pantaleón) se le otorgó la aprobación
universal mediante la bula “Transiturus”, el 8 de Septiembre de 1264. En esa
época la diversión se efectuaba con tarasca, cabezudos y enanos.
Ya en el nuevo continente, son trasladadas a América
muchas fiestas religiosas y populares de origen europeo y muy particularmente
de España, entre ellas Corpus Christi, pero en los libros de visitas de
viajeros del siglo XVIII y XIX no aparecen descritas en el territorio que desde
1855 se conoce como Yaracuy. En cambio, si figuran en los libros parroquiales y
en el Registro Principal documentos de cofradías de patronos.
La Cofradía hispánica, esencialmente
religiosa, se amalgamó con las costumbres y tradiciones que trajeron en sus
mentes los esclavizados africanos. Fue un proceso sincrético donde se mezclan
la fe cristiana y algunos elementos rituales, musicales y danzarios de la
lejana África.
La
incorporación de africanos a las relaciones esclavistas de producción,
introduce características particulares,
la cual trae sus propias creencias y cultos ancestrales al patrimonio cultural
de Venezuela; los diablos danzantes, en esencia, son un rito de fuerte
influencia del continente negro, conteniendo aportes europeos e indígenas.
La primera
referencia histórica de la cual se tienen noticias sobre la celebración de Corpus
en Venezuela, la ofrece el Obispo Diego
Baños y Sotomayor en 1687, cuando prohíbe las danzas de mulatos, negros e
indios, que las realizaban en las procesiones del Corpus.
Los
instrumentos musicales utilizados son: un cuatro, un tambor pequeño o caja. Cada
diablo lleva una maraca. Las personas que tocan el cuatro y el tambor no se
visten de diablo. Las máscaras son elaboradas,
son de forma zoomórfica y solamente cubre el rostro, se complementa con
tela, con ella se cubre el resto de la cabeza, al igual que en algunas etnias
de África Occidental.
Luego de la
presentación del Santísimo, los diablos
se levantan y comienzan a danzar hasta retirarse. Y este domingo se cumplió una
vez más el ritual y se acercaron hasta la plaza Antonio José de Sucre en el acto
de rendir en cada esquina de la plaza.
Este año la
ruta siguió por la avenida Libertador
hasta la calle 27 subiendo a la sexta
la avenida y tomar la calle 28 a la
gruta de la Virgen frente a la casa de
la familia Montesinos. De allí se toma la séptima avenida hasta la calle 26 y llegar a la Libertador vía calle 25 y llegar al cementerio, de allí se toma la calle que
conduce al barrio y llegar a la plaza de San Juan y llegar de nuevo a casa de
María Piñero.
Los Diablos Danzantes de Corpus Christi de
Venezuela son unas de las expresiones del patrimonio oral venezolano que por su
riqueza, significación y tradición reflejan fielmente la identidad y diversidad
cultural del país, allí se expresa la influencia indígena, europea y africana.
La memoria colectiva de esta manifestación cultural,
transmitida de generación en generación, hace que se mantenga hasta la actualidad en otros
lugares del país, lo que fue el sustento
para sed declarados por la UNESCO como Patrimonio cultural intangible de
la humanidad.
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