La hayaca, un plato con personalidad propia
Ahora que la Academia de la
Lengua ha eliminado como letra del
alfabeto la ll, a lo mejor volvemos a
escribir hayaca, pero eso poco importa a la hora de fabricarlas y comerlas.
Uno de los testimonios sobre
esta palabra data de 1538, en el Juicio de residencia contra el
gobernador Ambrosio de Alfinger, llevado a cabo en Coro por el Dr. Nicolás
Navarro, se acusó de crueldad a Luis González de Leyva, Teniente General y
Alcalde Mayor de Maracaibo pues hizo atar a un palo al soldado Francisco de San
Martín “y le mandó colgar del pescuezo dos hallacas de maíz(.....) porque cogió
a unos indios unos ovillos de hilo de algodón y unas ahuyamas para comer”
Otra
referencia a la hayaca hacia 1608 habla de
“tres hayacas de sal grandes”, pero la palabra hallaca aparece entre las
vituallas entregadas a los soldados que llegaron a exterminar a los indios
Jiraharas que se encontraban alzados contra los españoles en las montañas de
Nirgua.
Poco
importa hoy cómo se escriba, lo que cuenta es que se prepare y se coma en cada
hogar venezolano. Porque el que no come hallacas en esta época es un huérfano
de amor, un paria gustativo execrado de la mesa nacional, un excluido, un
exiliado, dice Rafael Cartay, cronista de la cocina venezolana.
Fabricar y consumir hallacas o hayacas
es un esfuerzo por mantener vivas las tradiciones que hacen grandes a sus
pueblos. Ya lo había dicho Aquiles Nazoa “Sólo la Hallaca en su cartuje
verde, permanece y sobrevive, como un cofre submarino que alojará, a prueba de
piratas, la personalidad nacional “
Y esa personalidad varía de acuerdo a la
región en la cual se construye, en los Andes tiene garbanzos en oriente tiene
huevos, en los llanos predomina el tocino.
Pero esa personalidad es tan mestiza
como los venezolanos: el onoto de los
indígenas, las carnes y otros ingredientes de los extranjeros.
Y alrededor de ella gira la cena de
Navidad una costumbre de vieja data que
antes se realizaba después de la Misa de gallo, que antes se oficiaba a las
doce de la noche. Hoy en el mundo actual en muchas ocasiones se elimina la
asistencia a la misa y la familia se reúne, antes para celebrar la llegada del
Niño Jesús al mundo.
Y junto al plato principal, se acompaña de pernil, pan de jamón, ensalada
de gallina y dulce de lechosa, que es lo
tradicional.
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