UNEY publica Azarconcurrente sobre José Lezama Lima

Azarconcurrente que recoge textos de maestros de las letras, así como reflexiones y discernimientos de distintos intelectuales del cubano José Lezama Lima será presentado por la Universidad nacional Experimental del Yaracuy y en febrero estará en la Feria del Libro en Cuba.
Y precisamente, “azar concurrente” es una expresión de Lezama Lima, frecuentemente pronunciada en aulas y pasillos de la UNEY para aludir situaciones aparentemente casuales y que constituyen en realidad una ilación secreta de avatares y acontecimientos.

Gravitación de Lezama Lima en la UNEY

El rector de la UNEY explicó que quisieron que este primer número estuviese dedicado enteramente a Lezama Lima para pagar de alguna manera modesta y sencilla el gran aporte que él le ha hecho a la universidad. “Esta afirmación podría parecer exagerada si no se conociera la gravitación permanente que han tenido las imágenes lezamianas en nuestra casa de estudios desde el mismo momento de su creación. Bastaría recordar que el nombre de esta publicación (Azarconcurrente) es una expresión usada por estudiantes, profesores, personal administrativo y obrero de la UNEY, y se debe a la identificación de la comunidad universitaria con una expresión que refleja mucho de lo que nos ha pasado en estos 12 años de vida académica. Hemos avanzado de azar en azar y de concurrencia en concurrencia. También podría recordarse el hecho de que una frase de Lezama Lima: “Sólo lo difícil es estimulante”, marcó el complejo proceso fundacional de la institución. La misma de vez en cuando, se convierte en una seña de compromiso para afrontar cualquier escollo que se presente”, señaló el rector.
También contó que buena parte del equipo que puso en marcha la universidad en 1999, participó en un taller de lectura dedicado exclusivamente a la obra de Lezama Lima. Por esa razón poemas como Rapsodia para el mulo, El coche musical, La mujer y la casa, ¡Ah que tú escapes!, forman parte de la memoria literaria de la UNEY. Las sesiones de lecturas de ese taller concluían con la enunciación a coro de este verso: “Paso es el paso del mulo en el abismo”.
Para las autoridades de la UNEY, esta publicación constituye un motivo de satisfacción, “No sólo hacemos un sencillo aporte a la celebración del centenario de Lezama Lima, sino que también comenzamos a saldar una deuda doméstica con uno de nuestros dioses tutelares”, dijo Castillo Castellanos.

El equipo

Tanto el rector como el vicerrector de la UNEY, José Luis Najul, encabezaron el consejo editorial de Azarconcurrente, Kloriamel Yépez, como coordinadora editorial, se encargó de toda la parte operativa que permitió tener el anuario listo para ser presentado este año junto a Ricardo Aguilar, quien se ocupó de diagramar toda la revista además de diseñar su logo, lograron una de las principales características del anuario: congruencia entre forma y contenido. El también docente de la UNEY, Miguel Aguilar, colaboró con la fotografía y asesoría editorial.

Se invitó a Gonzalo Ramírez Quintero, para que hablara de la presencia de Lezama Lima en la poesía venezolana. Lo hizo en un sublime ensayo describiendo la huella directa del poeta cubano en algunos escritores como Guillermo Sucre, Armando Rojas Guardia, Carlos Brito, así como la enorme afinidad del autor de Paradiso con la poesía de Ida Gramcko.
Uno de los libros de ensayos más vigentes de Lezama Lima es La expresión americana, por esa razón, se recibió la colaboración para este número del profesor de la Unellez, Raúl García Palma, con un trabajo sobre el indicado libro.
Además, El hechizo barroco de Lezama, ensayo de Castillo Castellanos, lezamiano desde hace años.
En el libro destacaran textos de Lezama Lima referidos a la expresión “azar concurrente”, incluyendo ensayos sobre grandes personajes de América Latina como Allende y el Ché Guevara, y el emblemático poema La mujer y la casa, acompañado en este número de un texto de Kloriamel Yépez.

EL PUERTO
Como una giba que ha muerto envenenada
el mar quiere decirnos ¿cenará conmigo esta noche?
Sentado sobre ese mantel quiere rehusar,
su cabeza no declina el vaivén
de un oleaje que va plegando la orquesta
que sabe colocarse detrás de un árbol o del hombre despedido
por la misma pregunta entornada en la adolescencia.
Un cordel apretado en seguimiento de una roca que fija;
el cordel atensado como una espalda cuando alguien la pisa,
une el barco cambiado de colores con la orilla nocherniega:
un sapo pinchado en su centro, un escualo que se pega con una encina submarina.

La rata pasea por el cordel su oído con un recado.
Un fuego suena en parábola y un ave cae;
el adolescente une en punta el final del fuego
con su chaqueta carmesí, en reflejos dos puntos finales tragicómicos.
La presa cae en el mar o en la cubierta como un sombrero
caído con una piedra encubierta, con una piedra.
Su índice traza, un fuego pega en parábola.
La misma sonrisa ha caído como una medusa en su chaqueta carmesí.

El alción, el paje y el barco mastican su concéntrico.
El litoral y los dientes del marino ejecutan
una oblea paradisíaca para la blancura que puede
enemistarse con el papel traspasado por aquél a otro más cercano.
El barco borra el patio y el traspatio, el fanal es su máscara.
Se quita la máscara, y entonces el fanal.

Se apaga el fanal, pero la máscara explora con una profunda banalidad.
Entra el aceite muerto, los verdinegros alimentos de altamar,
a una bodega para alcanzar la mediada vivaz como un ojo paquidermo.
Como una pena seminal los hombres hispanos y los toros penosos
recuestan su peso en la bodega con los alimentos que alcanzan una medida.
Al atravesar ese hombre hispano y ese toro penoso revientan su concéntrico.
Un fuego pega en parábola y el halcón cae,
pero en la bodega del barco ha hundido lo concéntrico oscuro, penoso,
lo mesurable enmascarado que aleja con un hilo lo que recoge con un hilo
LA MUJER Y LA CASA
Hervías la leche
y seguías las aromosas costumbres del café.
Recorrías la casa
con una medida sin desperdicios.
Cada minucia un sacramento,
como una ofrenda al peso de la noche.
Todas tus horas están justificadas
al pasar del comedor a la sala,
donde están los retratos
que gustan de tus comentarios.
Fijas la ley de todos los días
y el ave dominical se entreabre
con los colores del fuego
y las espumas del puchero.
Cuando se rompe un vaso,
es tu risa la que tintinea.
El centro de la casa
vuela como el punto en la línea.
En tus pesadillas
llueve interminablemente
sobre la colección de matas
enanas y el flamboyán subterráneo.
Si te atolondraras,
el firmamento roto
en lanzas de mármol,
se echaría sobre nosotros.

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